Juntos
haces que el tiempo deje de serlo,
logras que no hallemos distingos entre luces y sombras.
Me envuelves con tu presencia.
Me sonríes sin decir nada,
mientras me cuentas todo.
Un café, una poesía.
Una vida, un rozar de dedos.
Un duelo, una extraña verdad.
Y existes,
monotonía convertida en increíble aventura;
compás de canciones deportadas
de un anatema que tan sólo es de dos.
Tus uñas marcaron mi carne
y tus labios sellaron lo que nunca deseamos.
Agitas mi pelo
pintas mis cejas y nuestros labios son unidad.
Y ahí estás frente a mí
ante un café,
ante una poesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario