En estos días está siendo noticia el desencuentro que tiene la Alcaldía de Vigo con el Instituto de Estudios Vigueses. Como vigués, y estudioso de la historia de la ciudad donde nací, no oculto mi preocupación por estos hechos. Desconozco la versión de la alcaldía, y me alegraría estar equivocado, pero lo que transmiten los medios de comunicación locales, suena a una inquina personal, que roza lo vengativo, hacia una institución que a lo largo de veinte años se ha esforzado en la divulgación de la historia de nuestra ciudad.
Desde su fundación, el Instituto de Estudios Vigueses ha realizado una gran labor a la hora de recuperar nuestros pequeños y grandes episodios locales. En sus boletines y libros, los mejores investigadores han publicado importantes trabajos que hoy, son referencia obligada a la hora de saber quienes somos. Todo ello trabajando con lealtad hacia la ciudad olívica y colaborando, en todo momento, con autoridades e instituciones viguesas. Gracias al Instituto, los vigueses conocen su pasado, comprenden mejor su presente y sabrán preveer el futuro. Razón de más para que la Alcaldía de Vigo preste todo su apoyo a la única institución, gracias a la cual, conocemos mejor nuestros orígenes.
Si no hay inquina personal, la Alcaldía de Vigo está obligada a desmentirlo y a dar su versión de los hechos. De lo contrario, se impone enterrar el hacha de guerra y que ambos se entiendan, porque por encima de cualquier discrepancia está la fidelidad hacia la Fiel, Leal y Valerosa y Siempre Benefica ciudad de Vigo.
La Alcaldía de Vigo ha sabido conducirse con inteligencia ante los problemas de Vigo. Ante esta situación, los vigueses no esperamos menos de la Alcadía y de quien la representa. Esta riña de patio ya dura demasiado tiempo, urge entenderse.
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