Tú también tuviste tus cinco de la tarde.
Cinco de la tarde en que la luna lloraba
despojada de su polisón de nardos.
Solitario camino a ninguna parte,
tres compañeros de viaje
una noche negra de uniformes.
De dos Españas desgajadas a machetes,
mientras Yerma plañía su próxima orfandad.
Te negaron el vivir y el seguir sintiendo.
Aquella aciaga noche de odios y muertes,
noche en el que el romancero
tendría que hacerse más gitano.
Lloran el lagarto y la lagarta,
por el poeta de Granada.
Fueron tus cinco de la tarde.
Pero esta vez no fue
ni en la plaza ni en la arena
tardes de grana y oro.
Ni esta vez el llanto,
aquella madrugada
era por Sánchez Mejía.
el torero, vuestro amigo,
vuestro espada.
Maravilloso.
ResponderEliminarUn gigante Paco de Lucía
ResponderEliminarEn una palabra: bellísimo.
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