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sábado, 23 de abril de 2011

CASTELAO ES DE TODOS


 Cada año se conmemora de manera oficial el aniversario de la muerte de Castelao, una de las figuras más emblemáticas de la Galicia del siglo XX. Y también como cada año, grupos nacionalistas se  reivindican como los legítimos herederos de tan señero personaje y han realizado actos paralelos de protesta. En la modesta opinión de este autorconsidero que no tienen razón.

    Alfonso Daniel Rodríguez Castelao (1.886-1.950), brillante miembro de la Xeración NOS  en su faceta de escritor, genial dibujante (dibujó el alma gallega mejor que nadie), y gran luchador por su Galicia en la política de su tiempo, está siendo objeto de manipulaciones de distinto signo que nos lleva a una reflexión: ¿Por qué ese deseo de apropiarse de su figura y de su herencia ideológica? La respuesta a esta pregunta  se encuentra en el Castelao hombre y en su trayectoria personal que le han hecho acreedor del cariño y reconocimiento de todos los gallegos.

    La biografía de Don Alfonso Daniel es más que de sobra conocida por el gran público y no es el momento ni el lugar para referirla, pero sí algunos puntos que demuestran que nadie, absolutamente nadie, tiene el derecho a apoderarse del gran patrimonio que representa.

    Para empezar a hablar, Castelao tuvo una cualidad que superaba con creces cualquier defecto que se le pudiese imputar: Su gran humanidad. Al igual que muchos de sus paisanos, vivió en sus carnes la emigración a Argentina donde marchó  con su familia. Les fue bien y pudieron volver a Galicia, pero él bien sabía que su familia eran de los menos que prosperaban. El problema de los, que un día, tuvieron que partir y el lamentable estado de los que volvían (si volvían) caló en el niño Alfonso Daniel que lo reflejaría en sus dibujos y en su libro COUSAS.  Vio que la gente se marchaba, por la pobreza de una tierra que no tenía motivos para ello. La marginalidad en la que se encontraba Galicia y la falta de una clase dirigente autóctona que nos reivindicase al igual que hacían los catalanes, trazó el rumbo que llevaría a nuestro personaje y a toda una generación intelectual a la protesta, por una situación que su tierra y sus paisanos no merecían.

    Empleó la escritura y el dibujo como arma para lucha. Eso sí, pidiéndolo todo dentro de la más estricta legalidad y sin incitar a la violencia y el resentimiento. Si hoy Galicia es una de las comunidades autónomas calificada de histórica, se lo debemos en gran medida a Castelao que luchó hasta el final por que tuviéramos nuestro propio estatuto de autonomía, aprobado en referéndum en 1.936. En ese fatídico año, sus sueños se truncaron un 18 de Julio en que "media España no se resignaba a morir en manos de la otro media". Galicia cayó desde el principio en el bando nacional. El alzamiento sorprendió al diputado galleguista Rodríguez Castelao en Madrid, lo que le salvó de la quema. Colaboró con el gobierno de la República y con él se fue de España terminada la guerra. Mientras otros escritores e intelectuales gallegos, fueron volviendo poco a poco del destierro, Castelao nunca reconoció el nuevo régimen surgido de la guerra, y siguió colaborando con el gobierno de la república en el exilio, defendiendo a su tierra como siempre lo hizo: Con la pluma y el papel.

    Murió en 1.950 en Buenos Aires "la quinta provincia gallega", con la tristeza de quien no puede regresar a Galicia. Su muerte fue muy sentida por la comunidad gallega de Buenos Aires que le tributó una gran despedida. La noticia de su fallecimiento llegó a Galicia con los recortes de la censura. Las autoridades impusieron a la prensa condiciones muy estrictas a la hora de difundir la noticia, entre ellas la prohibición tajante de dar la noticia en portada y la total omisión de su actividad política, a no ser que se aludiese a ella como equivocada, ¡él que lo dió todo sin pedir nada a cambio!

    Los años pasaron, y los tiempos le dieron la razón a aquel médico de Rianxo que no ejercía "por amor a humanidade", convirtiéndose así en el símbolo de los que luchaban por el autogobierno y por una Galicia más justa. Llegó la democracia a España, y Galicia tuvo su estatuto de autonomía. Era justo que las nuevas autoridades gallegas le dieran el reconocimiento póstumo que merecía. En la década de los 80 sus restos fueron repatriados y trasladados al panteón de gallegos ilustres. Y ahí empezó la polémica, hasta nuestros días. Todos quieren ser herederos únicos y exclusivos de Castelao: Los partidos nacionalistas, las instituciones,  etc. Y yo repito que nadie, absolutamente nadie, tiene el derecho a adueñarse en exclusiva de su persona y su recuerdo. 

    Porque: Por su honestidad, su lealtad a sus principios galleguistas y darlo todo por una Galicia mejor, aún a costa de morir en el exilio añorando la "Galiza" que tanto amaba; la figura de Don Alfonso Daniel Rodríguez Castelao pertenece a todos y cada uno de los que tenemos el inmenso orgullo de llamarnos gallegos. Pienso que el propio Alfonso Daniel estaría de acuerdo. 

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