Hay tardes que se llenan de ideas vacías,
encantos indefinidos
con una botella por contrabando.
Son ideales bellos de figuras escogidas
que remarcan lo que nunca deseamos
con incendios remanentes en rellanos de escaleras.
Perdidas las ceremonias de callejones hostiles,
de gatos encerrados en perennes mazmorras
liberados por una mano
que ensalza pensamientos que nadie comprende.
Cosas imaginadas a la vuelta de todo
de mil trabajos, cuarenta alegrías y dos desengaños.
Son ideas cargadas con cartuchos de memoria,
aprendizajes que nadie te pide
hostilidades vacuas, tremendas, rotundas,
que ya nadie rechaza
y que nunca se olvidan.
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