Aquel susurro
aquellos ojos envolventes,
acariciadores.
Unas manos
suaves, creadoras,
que tocaron mi rostro
devolviendo sus pedazos.
Una historia inédita
que ni yo mismo
consigo explicarme.
Ora euforia
ora desesperación.
Ayer paraíso,
mañana
imaginarios infiernos.
Un susurro
que podría cambiar mi vida.
Con solo decir: Te amaré
y así rescatarme
del pais del desamparo,
de la ciudad de los exiliados.
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