Arpas que mutaron su cortejo
guitarras que dejaron su sabor.
Canto entre árboles
grito nombres proscritos,
entre la ciudad de las colinas.
Y su historia me embarga,
me dice que llegaste
que dijiste mi nombre
entre sus mármoles.
Enredo mis dedos entre tu melena.
Te miro entre mis pasados,
entre brumas malditas
que me llevan al olvido
y me resisto, niego.
Porque quiero saber que existes;
es un cóndor que mira desde su cielo
al son flautas de hueso,
de guitarras que se extinguen.
Y las columnas de mármol descifran tu secreto
tu bella narración,
interrumpida
entre Horacios que renunciaron
y Virgilios que rescribieron.
entre Horacios que renunciaron
y Virgilios que rescribieron.
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