La manigua se espesa entre palabras,
retuercen los ecos del yo.
No hay fábulas que mientan
se escudan los ecos tras tus hojas.
Son poemas prohibidos
de oscuras palabras que se negaron a sentir,
mientras lloro con furia
en silencio, sin dolor.
Y la pared prosigue su lento camino
su sordo sainete que deja hablar;
las hojas escriben promesas.
Son Carontes que perdieron el rumbo
donde Safo me dijo hola,
me dijo basta,
me dijo nunca.
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