Ciervo de los montes de la duda
yaces derrotado
por las gacelas del miedo.
De nada sirvió tu poder,
de poco valieron
tus rutilantes astas.
Ellas te alcanzaron
en tu isla.
En tus montes interiores
de la nación de las dudas.
Fueron presurosas,
inesperadas,
letales.
Fue un miedo
rápido,
avasallador.
De nada sirvieron
tus pulidas armas
despojadas
de su valentía,
de su audacia,
de su denuedo,
de su vigor.
Bellísimo y triste a la vez.
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