Con el primer beso
se firma un contrato sin tinta.
Sellas
una historia
en la que al final
quedará ese primer beso.
Ante el primer beso
hay desconcierto,
temores extraños,
nunca se sonríe.
Uno calla
algo flota etéreo
y las miradas
son eso:
miradas.
No importa el lugar
tampoco el escenario.
Tras el primer beso
sientes
un elixir derramado dentro.
Y las manos,
si no lo hicieron antes,
se agarran con fuerza
mientras sigue el paseo.
Iniciando
una crónica de a dos
de páginas futuras
entre dioses paganos.
Bellísimo.
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