Me has envuelto
con el nacarado perfume de tu presencia
me arrastras
entre las naves de lo que me dices.
Y creo en ti
porque nunca dudo
nunca decimos
porque ya sabemos.
Tu rastro permanece en mi piel
ante cada encuentro
y tu brillo
se refleja en mi memoria.
Te esperé toda mi vida,
ahora lo sé,
y eso fue
el día que te besé
en la ciudad de los abrazos
en el país de las plegarias
en la nación de las miradas.