Donde la entrada diga tu yo
marcando altares extraños,
marcará tus hitos
de cerrada herrumbre.
Y el lejos se te acerca;
es un arado cobre,
un surco castaño.
Fueron estaños dorados
de oro viejo
de plata joven.
Piensas en mí mientras nadas
viendo los bordes de las aguas;
entre árboles amarillo otoño,
de esmeralda primavera.
Te sumerges y sales,
serás sirena doliente
de quien perdió su otra parte
convertido en alhaja sutil
en collar de río
en anillo de dama.