Nadie,
absolutamente nadie,
pidió mi opinión.
Nadie,
absolutamente nadie,
supo decirme
las reglas del juego.
Tan sólo me pusieron
en el camino
para decirme
empieza a caminar.
Un camino desconocido
hostil.
De tóxicos consejos,
de falsos guías
y lleno de
dolorosas trampas
llamadas inquina.
Un camino
que arrancaba en
el pais de la inexperiencia.
Y terminaba
en un lugar,
por ti creado,
llamado Valentía.
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