A veces las palabras
tienen
la impotencia
de reflejar cuanto siento.
A veces las palabras
se bastan solas
para decir
un millón de sentidos
un millar de tristezas.
Y otras veces
aunque uno lo desee,
y por mucho
que lo anhele,
de nada
sirven las palabras.
¿Cuál es el sentido
de cuanto me rodea?
Explicadme el viaje que un día
me vi obligado a recorrer.
Hay momentos
que paro y
veo cuanto me rodea
y me pregunto el porqué.
Sintiéndome
una piedra más del camino
anónima
sin alma.
Prosigo
con mi vida mientras tanto.
Porque solo
comencé este camino
para solo
tener a abandonarlo.
Bastaron cinco segundos.
Cinco segundos
para subir a los cielos
y bastó un segundo
para bajar a los infiernos.
Cinco segundos
en forma
de una flor mutada
en abrazos y promesas.
Y solo un segundo,
nada más
que un segundo,
para
escuchar la palabra adiós
y recibir
una súplica
de un imposible perdón.
Vidas narradas
con sabor desencuentro.
Historias que
nunca
debieron escribirse.
Vacíos
con falsos infinitos
que siempre
salen derrotados.
Y ahora sólo
toca esperar.
A que suceda
todo lo que le dije.
Y que el tiempo
me haga justicia.
Poniendo
cada palabra en su sitio,
cada cosa en su lugar.
Cuando sientes de veras,
algo transita
dentro de ti.
Algo único,
increíble,
con falso
sabor a eterno.
Cuando adquiere fuerza,
es un torrente desbocado
que te lleva sobre una nube
para luego
quitarla,
haciendo que te estrelles.
Y es entonces
cuando te rompes por dentro,
cuando te levantas,
cuando recompones los pedazos
y prosigues tu marcha
sin mirar atrás.
