llamó a mi puerta.
Un recuerdo
inundó su mente.
Pido ayudar.
Solicito retornar
a su primigenio estado
tu convaleciente alma.
Quiero
decirte mil cosas
para llenarte de versos
que acaricien tu rostro,
limpiando lágrimas
de errático duelo.
Aspiro
a ser tu compañero de viaje,
de travesía.
Marchándome
si lo necesitas.
Prometo
que la soledad será para ti
un verbo prohibido.
Teniendo por arma
mis poesías
mis palabras
mi recuerdos.
Porque mi mano
cogerá la tuya,
con fuerza.
Disolviendo tu prieto pozo
entre Domingos de risas,
paseos de campo
y tardes de poemas.
Maravilloso
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