Cuando llegue el amanecer
reirás porque alguien te acarició
sentirás que la noche no es tan oscura,
la playa no tendrá fin.
Te sentirás confusa
pero yo estaré junto a ti.
Nos cogeremos de la mano
y verás que lo que creíste era falso,
que lo que pensaste era inocuo,
que lo que viste fue irreal.
El cielo se abrirá,
un ave se destacará sobre todas
y te llamará en mi nombre.
Y sabrás que las diferencias
rendirán cuentas la Neptuno mar de la ría.
Nada nos detendrá en los esquivos días de la luz;
estarás conmigo
antes de partir al exilio que me tocará vivir.
Pero hay más vidas
y sé que me seguirás donde vaya.
Seguirás la pista que yo te deje
a sabiendas de que no habrá retorno.
Pero cuando las aves tiñan de gris su llanto,
los hombres sean serviles a mi causa
y el suelo dé cobijo a mi cansancio,
dirás que he muerto.
Entonces calla
sonrie y el espíritu de la materia
recorrerá tu rostro.
Sabrás que todo mereció la pena
y que nuestra ría es el llanto de lo ideal;
ante la pena del mudo mar del ser
que cabizbajo emerge del mundo.
Para entonces la playa será nuestra
y nuestras sonrisas chocarán
temblando ante lo que nos espera.
Me abrazarás
y la Ítaca del alma volverá junto a nosotros
cumpliendo el ciclo de las estaciones.
Agarrarás fuerte mi brazo
tus ojos sonreirán
y dirás ¡volviste conmigo!
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