Artículo 1.1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico de libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
(Constitución española de 1978)
Quien esto escribe es un ciudadano de a pie que vive de su trabajo, sufre esta crisis como casi todos los españoles y que no vive de la política. Pero me preocupa España porque es nuestra casa común.
Fui testigo del inicio de la transición desde los once años y los valores en los que se fundó y que me inculcaron, en nada se parecen a las conductas de los que se hacen llamar nuestros representantes.
Fui testigo del inicio de la transición desde los once años y los valores en los que se fundó y que me inculcaron, en nada se parecen a las conductas de los que se hacen llamar nuestros representantes.
En estos tiempos tan difíciles para España, se buscan mil y una soluciones. Pero nadie encuentra realmente la piedra filosofal para arreglar cuanto antes, un desaguisado, provocado por despilfarros y múltiples actuaciones demagógicas para compra de votos. Independientemente de quien gobernase.
Nuestro país, a lo largo de su historia, ha tenido crisis cada cual peor y siempre hemos salido airosos encontrándonos al final del túnel con una España mejor, más fuerte y más moderna. Todas ellas tenían una cosa en común: España era reformada de arriba a abajo. Fórmula que no se quiere aplicar a día de hoy por una clase dirigente que sabe muy bien, que moverse en ese camino es perder prebendas y atacar intereses que le darían muchos quebraderos de cabeza. Sin embargo los expertos persisten en que esta crisis es estructural y habría que actuar en consecuencia.
Cualquier medida restrictiva de gasto y el aumento de la presión fiscal sin más, es un parche en las agrietadas tuberías del estado pero nada más; se sigue perdiendo y nada arregla. Como dije en mi artículo INDIGNAROS, PERO NO OS DEJÉIS MANIPULAR la única política social que conozco es la crear empleo, sin embargo ¿qué empleo puede crear una empresa o un autónomo, si lo que se hace hoy día, es freirles a impuestos y, encima, por más de tres administraciones cada cual con mayor voracidad recaudatoria?
Pensemos que si a un autónomo le van bien las cosas y tiene margen, contratará un empleado para ayudarle y si a cinco millones de autónomos les pasa lo mismo estaríamos hablando de cinco millones de puestos de trabajo potenciales. Pero para eso hay que parar la asfixia fiscal que en nada repercute como beneficio a quien paga. Y el déficit se soluciona no tirando caudales que pertenecen a los ciudadanos y no a quien lo administra.
El despilfarro de las administraciones, en especial las de las autonomías, nos genera un profundo malestar en la tan sufrida opinión pública, máxime cuando ese dinero debería estar en los bolsillos de los ciudadanos para que lo gasten y se potencie el consumo y no para sueldos de estrambóticos cargos públicos que nadie sabe para qué sirven. Es preciso, y así lo exigimos la calle, una profunda reforma del estado para entre otras cosas, reducir el gasto en cosas de nula utilidad para la nación a la que se dice servir.
¿Realmente necesitamos un senado cuando hay estados democráticos que con una sola cámara legislativa se arreglan?
¿Por qué tanto cargo de confianza cuando existen funcionarios de carrera que podrían desempeñar las mismas funciones con igual o mejor eficacia sin un sobre coste a la administración?
¿Por qué no se fija un techo, por ley, de competencias para las autonomías para evitar que sean lo que son: unas autenticas máquinas de derroche y despilfarro?
¿Por qué y para qué tanto gobierno y parlamento autonómico, con sueldos y demás prebendas que nos cuesta entender en estos tiempos de penuria?
Podría seguir con la lista pero sería interminable porque estas preguntas no las hago yo sino la calle, que está harta de que la expolien, la hagan sacrificarse por dislates de las que no es culpable, se rían de ella y la intenten manipular para sacar réditos políticos. Las reformas hay que hacerlas sí o sí y si ello implica disolver las cortes y convocarlas como cortes constituyentes para re elaborar una nueva carta magna, adelante.
Todo eso siempre será mejor que encender los ánimos de nosotros, la ciudadanía, hasta agotar la inmensa paciencia que estamos demostrando.
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