Te busqué entre ecos de versos,
en las sombras de un poema olvidado.
Te hallé, no en el vacío,
sino en el calor de las palabras halladas.
Eras
llama suave en la penumbra,
un farol guiando caminos inciertos,
un ritmo entre silencios,
mi refugio
cuando soplaba el tiempo.
No eras sólo letras,
eras canción,
una
melodía que no pide aplausos,
tan sólo oídos dispuestos,
y un alma abierta al eco de tu voz.
Así nos encontramos,
en el refugio de cada verso,
donde lo eterno no se mide,
y lo simple
se transforma en verdad.
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