Cada noche
escribo una carta de renuncia.
Que rezuma hastío
que grita huida.
Mojo la pluma
en las brumas de un sueño a pedazos.
Escribo fuerte
a machete,
con un oído
vigilante de los ruidos del crepúsculo.
Las palabras salen solas,
voy a entregar la carta
quiero salir corriendo.
Es cuando despierto;
y otra vez lo mismo.
Y sigo con mis guerras sabiendo
que cada noche
escribiré una carta nueva
que sabe a hartazgo
y dice huye.
Bellísimo
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