Deseo la noche que nos robaron
que dijeron que nunca hubo.
De faunos silenciosos
de la codicia de sus mentiras.
Acariciar tu espalda
en la ciudad de las piedras
donde una agenda por regalo
cerró de la noche de un cumpleaños.
Y las noches me recuerdan que eras cierta
que no fuiste sueños de estudiantes,
de Jueves de copas y risas,
ni tampoco de billares.
Desde una llamada que te buscaba en la distancia
que al olvido gritó nunca
en aquellos rincones
de la ciudad de las piedras.
Y te sigo buscando entre sueños
entre claves de canciones
y de cafés con nombres exóticos.
Y de miradas incrédulas,
felices,
eternas.
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