De la crueldad de Stalin poco hay que hablar por ser de sobra conocida. Sus purgas y represiones acabaron con más rusos que la II Guerra Mundial (Algunos historiadores cifran las muertes en su mandato de 30.000.000).
Del carácter de Stalin y su desprecio por la vida de los demás nos da idea una anécdota muy definitoria del personaje.
Estando a solas con Churchill y un traductor ruso, el premier británico le pidió que el asunto del que estaban hablando quedase entre ellos dos; a lo que Stalin le dijo que sin ningún problema.
Meses después cuando volvieron a encontrarse el primer ministro inglés observó que su homólogo ruso venía con otro intérprete. Supo enseguida lo que había ocurrido cuando Stalin a través del nuevo interprete le dijo: El asunto del que hablamos ya ha quedado entre usted y yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario