Soy de donde me tocó,
de aquella llama
que fertilizó mi mente.
De una llama flameante
que me rogó,
de una llama
que me palpó.
Y tu voz se suspende
en abismos imposibles,
destruidos
por tus lujurias,
por tus mentes giradas.
Y la llama se mueve sugestiva
llamándome hacia su inmortalidad.
Quiero acudir a su llamada
deseo su amor, su abrazo
y el calor
de sus miradas.
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