¡Dejadle que se vaya!
Grité.
¡Que nunca vuelva!
Ordené.
¡Volveré!
Dijo.
¡Y otra vez lo haré!
Amenazó.
No lo hará.
Pensé.
Esperé
a que volviera.
Jamás regresó
porque oyó mis palabras.
Desapareció.
Porque
entendió mis deseos
y obedeció mi orden.
¡Dejadle que se vaya!
Grité.
¡Que nunca vuelva!
Ordené.
¡Volveré!
Dijo.
¡Y otra vez lo haré!
Amenazó.
No lo hará.
Pensé.
Esperé
a que volviera.
Jamás regresó
porque oyó mis palabras.
Desapareció.
Porque
entendió mis deseos
y obedeció mi orden.
Duele.
Cuando pretenden
hacerte invisible.
Duele
cuando hagas lo que hagas
de nada sirve.
Duele.
La mezquindad de los tuyos
cuando necesitas su ayuda.
Duele,
de verdad duele;
la carga que te obligan a llevar
sin tú pedirla,
sin tú buscarla.
Seré o no poeta,
pero mis sentidos
estallan
en forma de un
callado dios menor.
Escribo poemas
porque nunca
renunciaré a
enamorarme,
a sentir,
a mirarte,
a querer.
Puede que nunca
me llames poeta.
Entonces
llámame hombre,
grítame alma,
clama sentidos
y borra mis lágrimas.