¿Dónde están
las manos que me ayuden?
Gastadas las mías
de tanto hacerlo.
¿Dónde quedó
el hombro
en el que regar mis lágrimas?
Quebrado el mío
por las de los demás.
¿Quién acudirá en mi ayuda
cuando grite
un socorro de desesperanza?
Cansado
de acudir
en auxilio de los demás.
¿Quién me dará
asistencia en mi enfermedad?
Cuando roto mi cuerpo
soy yo
quien asiste y cuida.
¡Oíd!
Escuchad
este grito,
este clamor.
De quien se le están agotando
los pararrayos de sus tormentas
y las balas de su paciencia.
Precioso.
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