Sacaste lágrimas
de la siembra de tus hechos.
Adoraste tu ego
sin pensar en los que existían.
Y ahora recoges
la cosecha infértil de tu egoísmo;
llorando
las verdades crudas de aquellos
ayer tus víctimas.
No se contesta a tus lloros,
burlándose a tu espalda
por culpa de tu ombligo.
Porque nunca escuchaste
jamás oíste
y tampoco aceptaste.
Lloras las duras verdades
en medio de tu barro
en el lodazal de tus vidas.
Precioso.
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