Mi imaginación se revuelve entre pasados e historias
y lo veo entre balones y trompos.
Lo veo saludándome
me anima y jugamos.
Y la penumbra me devuelve a días tristes de nostalgias
de silenciosas despedidas,
de adultos llorando.
Llegaron noviembres de serenas procesiones
de rezos
de ausencias sentidas.
Y un día su nombre no estaba,
su recuerdo cogió fuerza
tal vez me llamaba.
Ahora miro al cielo;
sabe que estoy ahí
porque mis oraciones le velan
y porque mi recuerdo le abraza.
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