Admito que busqué tu sonrisa en cada rincón,
cada vez que tu voz acudía en mi ayuda;
cuando quería hablar
sonreir.
Y hurgaba en retratos
en tus recuerdos
en tus vidas.
Admito que pinté tu sonrisa en el tiempo
cuando enterraba historias
aciertos y derrotas.
Y un café nos espera sin agenda,
para verte,
oir tu voz,
ver tu sonrisa.
Admito que busqué en cada lugar tu sonrisa
porque ahora
sólo tengo eso de ti:
Tu sonrisa.