Se ha secado la madera de que me hicieron,
mueren las cosas que contaba
ya no salen las palabras.
Veo el azul que me mira
colores fríos que irradian fuego,
creen, aman, rezan.
Es un jazmín con fuego propio
con palabras que me señalan locura.
Es una voz que acude a mi encuentro
se adelanta a su cuerpo;
un cuerpo que añora mi abrazo
que quiere estremecerse,
vibrar.
Y una cordillera separan nuestras voces,
nuestras caricias,
nuestros gestos.
Se ha secado la madera en que me hicieron,
los versos que he escrito
entre mares de tierra
de cordillera eterna.