Tus ojos.
Otra vez tus ojos.
Que me miran,
que brillan,
entrando en mí.
Moviendo
almas que creía
en eterno letargo.
Tus ojos,
siempre tus ojos.
Que me dan esa energía
necesaria en mis luchas.
Demostrando
que podemos amar
sin que los cuerpos se toquen.
Y que podemos
sentir desenfrenados sentidos.
Sin que una cama nos llame
sin que tus labios me besen,
sin que tus manos me rocen.
¿Qué puedo decir
que no haya
dicho antes?
¿Qué palabras nuevas
han de salir
cuando la siento?
Y sin embargo
la recuerdo,
la pienso.
Deseando
mas tardes de paseos,
de cafés,
de risas,
de charlas.
No quiero nada más.
Tan solo
el suave rastro de su presencia
y sus ojos sonriéndome.
Mientras la mente dice ¡vete!
y el corazón me grita ¡basta!
Sueltas las palabras
quieren
juntar tu nombre.
Repetir promesas,
gritar tu voz.
Sueltas las palabras
se convierten en versos
y en poemas que saben a ti.
Porque las palabras
cuando salen,
rotas su ligaduras,
acuden a tu encuentro
para amarte
y acariciar tu alma,
con manos secretas
llamadas poemas.
En la calle recuerdos
te busqué,
pasando
por la avenida solitarios
en la plaza del vacío.
Veo pasar nubes.
Te pienso,
evoco tu nombre,
pregunto,
busco,
fallo.
Quiero llenar
otra vez mi mano
con el calor de la tuya.
Quiero
repetir tus labios,
tus risas,
tus palabras.
Huyendo
de la plaza el vacío
del callejón de los desengaños,
del pais de los fracasos.
Imposible mentirte.
Admito
que me basta pensar en ti
para limpiar mi yo.
Me basta
recordarte
y es
cuando mis demonios
huyen en desbandada.
Dejándome
tras sí
una sonrisa en mis labios.
Extraño sentimiento.
Rara sensación
en la que bastó
una sonrisa
y una mirada.
Para continuar adelante,
para no rendirme,
para purificar mi alma.
Y seguir ganando
un millón de de luchas,
un millar de batallas.
Te lo prometo.
Cuando desee la paz,
cuando me sienta inerme,
vacío.
Cerraré mis ojos
para sentir los tuyos.
Me bastará
recordar tu mirada
y tu sonrisa,
para saber que
mereció todo la pena.
Aquel paseo,
aquella charla,
aquellas risas.
Porque ahora
sólo tengo de ti
tus ojos frente a los míos.
Recordando
que siempre sentiré tu mirada
como mi mejor medicina,
como tu mejor regalo.
Extrañas formas
de circulares querencias.
No sé;
puede
que el callejón de los retornados
todavía
no se haya creado.
Ahora
veo
un horizonte raro
que puede
serlo todo
o tal vez nada.
Mientras tanto,
sigo necesitando
esa femínea mirada
que me abrace;
en mis tardes de galerna,
en mis noches solitarias,
extrañas.
