Elijo quererte,
no tengo opción.
Podría decir
la palabra amigos.
Estaría mintiendo.
Podría
elegir otro sentimiento.
Pero hoy
no mandaba
mi cerebro.
Mandaba
ese extraño ser
llamado alma.
Nos vemos,
hablamos,
reímos
sonríes como nadie
es capaz de hacerlo.
Sintiendo tu mirada
taladrando mi vida.
Y es cuando,
sin remedio,
elijo quererte,
escojo amarte.
Quiero
ser
demasiadas
cosas
para ti.
Solo
deseo
ser parte
de tus días.
También de tus amaneceres.
Quererte siempre
y quedar
atrapado por tus mil sonrisas
cuando me hablas,
cuando me dices,
cuando te siento.
Mientras te piense, mientras
existas.
Recordaré
cuantas veces
encontré mi alma perdida
de la calle
extravíos;
siempre tú, a mi lado.
Mientras yo
intente sentirte en mi dentro.
Aunque nada sea,
mi historia, nuestra historia
increíble, serena. Siempre
ganará la partida
a cualquier reto que se nos presente.
Miraré, entonces, mil horizontes
intensos.
Incidiré sintiendo
nuestros encuentros;
siempre, siempre.
Pidiendo el volver a verte y sintiendo
ideales de amistad de perenne
raigambre,
auténtica, de sincero
cariño
iluminante. Sin ningún
óbice. Así será tu amistad,
nuestra amistad.
Cuando no estás
la vida
se me llena de borrones.
Tan solo
oteo horizontes
con el deseo
de volver
a tener tu rostro
ante mi.
Cuando no estás
anhelo doblar
cualquier esquina
con la vana
esperanza de encontrarte.
Cuando no estamos
mi alma
grita tu nombre
deseando
que vuelvas.
Queriendo sentir
el milagro de tu sonrisa,
el brillo de tus ojos,
y el hechizo de tus palabras.
No digo te quiero.
Tan solo
digo quiero.
Quiero
volver a verte.
Quiero
oír tu voz
y sentir tu sonrisa
cálida
curativa.
Quiero
que formes
parte de mis días
y que tu amistad
lleve consigo
la palabra siempre.
Y quiero
que tu mirada sea
grabada en mi dentro.
Curando
esta alma herida
de un poeta
que aunque no diga
te quiero;
dirá siempre al pensarte
la palabra quiero.
Palabras de todo,
palabras de cariño,
de deseo,
de sentimiento.
Ganas de verte,
de tenerte a mi lado.
Ganas
de duelo de risas
y de miradas sentidas
que crean poemas.
Sed de gritar tu nombre,
sed de escuchar
el mío de tus labios.
Palabras de todo
palabras de cariño
que me piden
que vaya a tu encuentro
y que recordándote,
deje libre los versos
con palabras secretas
color de alma,
sabor poema.
Pensándote,
deseando tus ojos
queriendo tu voz.
Recordando
paseos sin asfaltos
donde la tierra
es la única
oyente de nuestras palabras.
Hambre de ti,
hambre
de nuestras risas.
En paseos sin asfaltos,
sobre una tierra,
única confidente,
del valor de tu compañía,
de tu mirada increíble
y del calor de tus palabras.
Corazón de almanaque
alma de calendario.
Retienes
la páginas sin pasarlas.
Recordando
pasados que no vuelven;
historias
que no pararán nuestros tiempos.
Alma de calendario
corazón de almanaque.
Te estás perdiendo el presente,
no dejando
que aparezcan los futuros.
Alma calendario
corazón almanaque.
Entierra el pasado,
date la vuelta.
Cogiendo
con fuerza el presente
y agarrando
ciegamente el futuro.
No sé
si un día te amaré.
Tan solo
defiendo
mi derecho a pensarte.
Defiendo
mi deseo
de verte
y sentir
la belleza de tu ser
envolviendo
mi maltratada alma.
Puede que algún día
tus labios sean mis labios
y mis ojos sean tus ojos.
Lo desconozco.
Porque ahora
me basta el que estés ahí
que nos veamos.
Sintiendo
unos ojos que todo lo reparan,
salvando
el alma de un poeta
que defiende:
Su derecho a sentirte,
el anhelo de quererte
y su derecho a pensarte.
Hoy he seguido
el curso de un río.
Un río que me hablaba de ti
que decía
la palabra siente.
Hoy mil horizontes
me hablan de tu sonrisa
eterna
cariñosa.
Y ese río
seguía
con su continua canción.
Tranquila,
monocorde.
Hoy he seguido el curso de un río.
Recordando:
el cariño de tu mirada,
la paz de tus iris
y el calor de tus palabras.
No pido tus labios,
aún sabiendo
que curarían
las mil heridas
que supura mi alma.
No pido
el calor de tu cuerpo.
Porque
me basta sentir
tu sonrisa
y el calor de tus palabras.
Y ahora
te pienso
con una fría cabeza.
Diciéndole
al alma:
Tranquilízate.
Gritándome
el corazón:
¡Sálvame!
Tus ojos.
Otra vez tus ojos.
Que me miran,
que brillan,
entrando en mí.
Moviendo
almas que creía
en eterno letargo.
Tus ojos,
siempre tus ojos.
Que me dan esa energía
necesaria en mis luchas.
Demostrando
que podemos amar
sin que los cuerpos se toquen.
Y que podemos
sentir desenfrenados sentidos.
Sin que una cama nos llame
sin que tus labios me besen,
sin que tus manos me rocen.
¿Qué puedo decir
que no haya
dicho antes?
¿Qué palabras nuevas
han de salir
cuando la siento?
Y sin embargo
la recuerdo,
la pienso.
Deseando
mas tardes de paseos,
de cafés,
de risas,
de charlas.
No quiero nada más.
Tan solo
el suave rastro de su presencia
y sus ojos sonriéndome.
Mientras la mente dice ¡vete!
y el corazón me grita ¡basta!
Sueltas las palabras
quieren
juntar tu nombre.
Repetir promesas,
gritar tu voz.
Sueltas las palabras
se convierten en versos
y en poemas que saben a ti.
Porque las palabras
cuando salen,
rotas su ligaduras,
acuden a tu encuentro
para amarte
y acariciar tu alma,
con manos secretas
llamadas poemas.
En la calle recuerdos
te busqué,
pasando
por la avenida solitarios
en la plaza del vacío.
Veo pasar nubes.
Te pienso,
evoco tu nombre,
pregunto,
busco,
fallo.
Quiero llenar
otra vez mi mano
con el calor de la tuya.
Quiero
repetir tus labios,
tus risas,
tus palabras.
Huyendo
de la plaza el vacío
del callejón de los desengaños,
del pais de los fracasos.
Imposible mentirte.
Admito
que me basta pensar en ti
para limpiar mi yo.
Me basta
recordarte
y es
cuando mis demonios
huyen en desbandada.
Dejándome
tras sí
una sonrisa en mis labios.
Extraño sentimiento.
Rara sensación
en la que bastó
una sonrisa
y una mirada.
Para continuar adelante,
para no rendirme,
para purificar mi alma.
Y seguir ganando
un millón de de luchas,
un millar de batallas.
Te lo prometo.
Cuando desee la paz,
cuando me sienta inerme,
vacío.
Cerraré mis ojos
para sentir los tuyos.
Me bastará
recordar tu mirada
y tu sonrisa,
para saber que
mereció todo la pena.
Aquel paseo,
aquella charla,
aquellas risas.
Porque ahora
sólo tengo de ti
tus ojos frente a los míos.
Recordando
que siempre sentiré tu mirada
como mi mejor medicina,
como tu mejor regalo.
Extrañas formas
de circulares querencias.
No sé;
puede
que el callejón de los retornados
todavía
no se haya creado.
Ahora
veo
un horizonte raro
que puede
serlo todo
o tal vez nada.
Mientras tanto,
sigo necesitando
esa femínea mirada
que me abrace;
en mis tardes de galerna,
en mis noches solitarias,
extrañas.
Nunca es tarde
si los sentimientos siguen
firmes como el primer día.
Siempre sigues
cuando, sin desertar,
te acompañan las ilusiones.
Y poco importa
la vejez de tu cuerpo,
cuando tu alma
es libre,
cuando sueña,
y cuando grita
LIBERTAD.
Tierra negra
en la que sumerjo mis manos.
Tierra que rezumas vida,
ciclos,
mensajes.
Tierra negra
amarilla en verano,
ocre en otoño,
alba en invierno.
Tierra
de mis infancias y recuerdos.
Que mis pies pisaron
y cuyas hojas ocres,
moribundas
me acompañaban.
Lugar
de mis ingenuos pasados.
De caminos y paseos
y de cómplices sonrisas
con manos agarradas.
Y siempre, siempre
aquella tierra negra
en la que sumergía mis manos.
