No te faltará mi abrazo
cuando irrumpa en tu vida
el dios de la soledad.
Jamás faltarán mis besos
en los fríos momentos
con sabor desaliento.
Siempre tendrás mi voz
que te guíe en la ciega oscuridad
del laberinto de las tristezas.
Será cuando sonrías.
Porque pintarás mi rostro
con frase de sueños
murmurando:
Él está ahí
y siempre siempre
estará ahí.