Me niego
a ser frío acero.
Porque las mil
decepciones que cauterizaron mi yo,
no pueden impedir
la necesidad de sentir
ese calor
que sólo entrega
una caricia,
una mirada
y una sonrisa.
Es el calor del primer beso
sellando
la hemorragia
de un poeta
que ama,
y que siente.
Y cierra así
esta saca rota
llena de gotas saladas
y este jarrón destrozado
por nombre alma.