Llamaron a tu puerta
partiste
Dejando
mil historias.
Tuviste que irte,
tocaba.
Sin embargo
me niego a aceptarlo.
Supe
que ya no estabas
y fueron los recuerdos
los que llamaron a mi puerta.
Viviste un millar de vidas,
resucitaste
a los olvidados.
Y ahora
te acompañarán agradecidos.
Adiós maestro,
te doy mi abrazo.
Prometo que
seguirás
con tus charlas en mis memorias
en nuestras historias
de memorable antología.
Porque un día,
contra nuestros deseos,
llamaron a tu puerta
y tuviste que marcharte.