Has venido de nuevo,
Melancolía,
a visitarme.
Vienes
a recordar mis errores
y a reírte de ellos
Melancolía.
Me veo
de nuevo
en el laberinto.
Ni una sola lágrima,
Melancolía,
aparece.
Porque la fontana
es interior
y donde las lágrimas
se funden en sangre
como pago extraño
al eco de mis errores.
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