Sintiendo candelabros perpetuos
ténues imagenes del no,
aquellas parcelas de los miedos
ticciones que miraron delante.
Una batuta que dirigió tu música
tus desafueros
e incomprensiones.
Marcas al fuego de la nada
cicatrices que dejaron el fuera.
Mis demonios duermen en el perdón,
rasagando las cuerdas
del último violín.
Descalabros errantes sin su judio
descalabros que bastaron para mi sueño
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